Por: Clara lopez/Antonio Bojorges
A su llegada, Monseñor Mancilla, dirigió unas palabras de agradecimiento ante la bienvenida que le dieron los organizadores, para proseguir a impartir la bendición al ingeniero Almazán y a otros distinguidos invitados, que se acercaron a recibirlo a las puertas del recinto.
Mientras, la señora Silvia Fernández y la Reina Karla Paola I, ataviada con un traje típico de charra color gris y adornos bordados en color plata, subieron a una carreta, tirada por un imponente caballo negro azabache, muestra de lo que hay en el área de ganadería de la Feria, para iniciar el recorrido por las instalaciones.
El alto prelado de la Iglesia Católica caminó por todos los pasillos, acompañado de una discreta comitiva, donde la gente de los puestos de comida, restaurantes, bares, músicos, meseros, expendios de artesanías, pan, dulces, e incluso los que tienen su máquina para dar “toques”, se acercaban para que bendijera sus figuras religiosas, su local o a su persona.
Texcoco, Méx.- Su Excelencia Manuel Mancilla Sánchez, Obispo de la Diócesis de Texcoco, quien bendijo todas las instalaciones, en compañía del Presidente del Patronato de la Feria, Francisco Almazán Arredondo, la señora. Silvia Fernández de Acosta, presidenta del DIF municipal y la Reina de la Feria Karla Paola I, durante el primer dia de la Feria del Caballo 2010.
A su llegada, Monseñor Mancilla, dirigió unas palabras de agradecimiento ante la bienvenida que le dieron los organizadores, para proseguir a impartir la bendición al ingeniero Almazán y a otros distinguidos invitados, que se acercaron a recibirlo a las puertas del recinto.
Mientras, la señora Silvia Fernández y la Reina Karla Paola I, ataviada con un traje típico de charra color gris y adornos bordados en color plata, subieron a una carreta, tirada por un imponente caballo negro azabache, muestra de lo que hay en el área de ganadería de la Feria, para iniciar el recorrido por las instalaciones.
El alto prelado de la Iglesia Católica caminó por todos los pasillos, acompañado de una discreta comitiva, donde la gente de los puestos de comida, restaurantes, bares, músicos, meseros, expendios de artesanías, pan, dulces, e incluso los que tienen su máquina para dar “toques”, se acercaban para que bendijera sus figuras religiosas, su local o a su persona.
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